Cuando La vida de los otros (Das Leben der Anderen. Alemania, 2006) ganó el Oscar a Mejor Película Extranjera el año pasado, no pude por lo menos prometerme que vería esa película lo más pronto posible. Si había logrado vencer el encanto y la espectacularidad de El laberinto del fauno, con toda la parafernalia y la seducción de la fantasía que sólo Guillermo del Toro es capaz de imprimirle a sus películas, entonces tendría que ser una verdadera obra de arte.
No soy buena cumpliendo mis promesas, así que fue hasta el pasado miércoles, casi un año y medio después, que pude -por fin- ver esta cinta alemana. Formalmente, la película es un largometraje de impecable manufactura: recrea los últimos años del régimen socialista en Alemania Oriental, la ideología del Partido; las frías cabezas al frente Stasi, la policía secreta…todo envuelto en una ambientación de solemne austeridad. Por supuesto, hay grandes actuaciones, y en general, estamos hablando de que Florian Henckel von Donnersmarck, el director, se convirtió en un referente del cine alemán contemporáneo
con este primer trabajo.
El argumento gira en torno a la persecución de los círculos intelectuales de Berlín, unos años antes de la caída del Muro, y se enfoca en la vida del dramaturgo Georg Greyman, su pareja la impredecible actriz Christa- Maria Sieland, amigos y conocidos, quienes tratan de mantener su libertad por medio de una rebelión callada: escriben, leen, conversan, crean. Sus “sospechosas” actividades los hacen víctimas de un espionaje feroz. Así es como el oficial Gerd Wiesler, a través de micrófonos secretos puestos en el departamento de Greyman, escucha lo que día y noche pasa entre esas paredes.
La belleza de La vida de los otros, sin embargo, no radica exclusivamente en su lenguaje visual ni en los vericuetos por los que transita la historia. Lo más hermoso de esta película es la idea que sostiene: el arte puede convertirse en el detonante para la transformación del alma humana, en un catalizador de la intolerancia y los prejuicios más absurdos. La exposición de Wiesler a la sensibilidad creadora de Greyman y colegas, define el rumbo y las decisiones que han de ser tomadas para la resolución de la historia.
Y todo se resume a las palabras de Greyman cuando se sienta al piano a tocar la Sonata para un buen hombre, después del suicidio de uno de sus mejores y entrañables amigos:
“Alguien que escuche, que realmente escuche esta música, no puede ser malo”.
Y yo que a veces pienso que como seres humanos estamos deshauciados...no estaría mal tener un poco de fe en mis congéneres.
Nota: agradezco las atenciones brindadas por Darinte para la visualización de esta película, robo de la televisión de su primo y preparación de helado flotante incluidas. Ah! y además esta película me recordó lo mucho que quiero aprender alemán.
6 comentarios:
Jajaja no digas que robo la tele de mi primo jajaja, en fin él nunca lee jamás se enterará jaja.
Bueno pues insisto que me gustó más el Laberinto del Fauno.
Pero esta película tiene su encanto jajaja ahhh "las artes" no definitivamente de lo cedo, creo que congeniarán mejor, es todo tuyo jaja
MMM... pues este espacio es para comentar, ni modo. Creo que es una gran película hasta el momento en que la camioneta aplasta a la actriz (para los que no la han visto, no lean esto... oops, demasiado tarde) después, en los últimos 20 minutos, se transforma en una loa estúpidizante a la democracia estadunidense, como en el afán de denotar que su renacer de las cenizas estuvo en conciliar otra forma de organización política. La historia va excelente cuando los conciliábulos hablan de la cifra de suicidios en esos entonces (y uno no puede más que ver a Wiesler, como el próximo suicida, situación que actualiza la trama a lo que se vive en Europa en la actualidad, con la taza de suicidas aumentando). Luego la secuencia en la que pasa con su carrito através de un edificio símbolo del viejo regímen, que está grafiteado, me parece ideótico. El colmo de la cursilería y el "buen gusto" por la democracia estadunidense viene cuando al final compra el libro que le agradece. Osea, el autor le dio en la madre a una gran película en sólo 20 o 30 minutos. Jaja, bueno, eso digo yo, a ver que dicen los demás, saludos Paty.
Darinte: yo no dije que me haya gustado más que "El Laberinto...", la fantasía siempre me gustará más que cualquier otra cosa...
Chucho,ah...digo Chux: jajaja mmm, y yo que no quise opinar del final para no echárselo a perder a nadie jaja, creo que lo que menos nos gustó fue que Greyman supo quien era su salvador y no hizo nada...ni siquiera regalarle el libro;pero lo del post es lo mejor de la película, creo que la esencia y por lo que vale la pena verla...
Me encantó esta película en serio. Lo mejor.
sí está mejor que el laberinto del fauno, BTW
Well written article.
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