miércoles, 25 de junio de 2008

LIVING IN WONDERLAND

Estoy extrañamente contenta. Puede deberse, por supuesto, a la euforia que causa la nula carga de tarea que trae consigo la época vacacional; sin embargo, me gusta pensar que es por verdaderas buenas y optimistas razones, las cuales -por lo regular- viven ausentes de esta cabeza mía.

Este octavo semestre de la carrera de fue especialmente difícil, y no por la carga académica, que en realidad estuvo como floja y con poco sentido. El futuro, ese desconocido, hizo estragos. A pesar de todas mis quejas y berrinches, a pesar de que siempre he tenido la incertidumbre sobre qué va a pasar después, en el fondo mi camino estaba definido, no sabía cómo pero en mi horizonte siempre estaba clara la meta: eso de “pretenciosa aspirante a obrera fílmica”, no es gratuito.

En fin, que mi muy particular manera de ver la vida y mi imagen perfecta del futuro se hizo añicos una tarde de marzo. Entre silenciosos sollozos reaccioné de maneras tontas ante cualquier cosa que parecía atacar mi estabilidad. Por supuesto que todo fue una más de mis exageraciones, pero en el momento no fue nada grato. Malditos alcances de la mente humana.

Por algunos meses he vivido angustiada en la pregunta: ¿y qué sigue?, ¿qué hay de verdad para mí? Pero, muchas puertas se abren cuando otras se cierran. A ratos barajeaba la posibilidad de convertirme en un ente radial por completo, luego que si no había errado la decisión y hubiera sido mejor dedicarme al periodismo.

La estética de mi "wonderland" se parece mucho a las pinturas de Remedios Varo...

Hoy nada está perdido, entre mi amor como de ensueño por el celuloide y mi vida real hay mil cosas que se conectan. Sí, tal vez ese cada vez más lejano sueño de la director´s chair ahí se quede…pero finalmente entendí que mi camino sigue intacto: la producción, en su amplísimo campo de acción. ¿Yo para qué hubiera querido tomar otras clases? No fueron perfectas, pero no hubiera podido ser de otra manera.

En fin, nada que no supiera, es solo que a veces cómo hace falta el autocovencimiento.

Durante las últimas semanas las circunstancias han puesto cosas en mi camino: yo no creo en las señales pero la vida se acomoda y de repente vuelvo a encontrarle sentido a mis planes o hacer nuevos. No creo en el destino, no creo que las cosas pasan por una razón, es sólo que a veces me sorprende tanto la manera en que las situaciones se dan, y sobre todo me inquieta la manera en que las personas -esos otros mundos alrededor-, aparecen en el nuestro.

Al parecer sigo viviendo en un universo paralelo, porque ya asumí que al real nunca voy a terminar de adaptarme. Este semestre hubo algunas presencias incidentales pero decisivas: apareció un demonio bajo la piel de cordero, que a veces se convierte de verdad en un tierno corderito. Las ninfas de la buena fortuna siguen pululando por aquí, al igual que varios duendes. Mi hada madrina no me ha abandonado, y los sabios, menos. Me acompañan extrañas y lejanas, pero constantes presencias, y hay también un fantasma apenas dibujado que seguro cobrará fuerza en el futuro. Pronto tendré que dejar un rato el reino, pero qué más da, nada malo puede pasar.